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diumenge, 29 d’abril del 2007

EM PREOCUPA QUE ELS MESTRES SIGUIN TECNÒCRATES

Fa temps que l'ensenyament està caient en picat. Fa anys, quan la UPF era font d'excel.lència, la biblioteca era un centre de reflexió. A l'Institut i a l'escola, els estudiants estaven preocupats per alguna cosa més que no fós només l'aprovar el curs per continuar estudiant i, un dia, guanyar diners. Un dia, donant classe a una universitat privada, vaig renyar un estudiant, perque havia arribat mitja hora tart. ell em va dir, que estàvem a una universitat privada; que el seu pare pagava i, que per tant, "qui paga mana". Més enllà de no acceptar-li aquestes asseberacions i prendre les mesures oportunes, em va colpir pensar que la traducció de l'educador a un mer paper buròcrata em feia la feina poc interessant. Fa temps, vaig llegir un article que em va agradar perque repensa l'ensenyament, en termes de la necessària humanització de la figura del mestre. La recuperació de la figura del i de la mestra són bàsics si volem persones i no pas, en canvi, subjectes objecte, susceptibles d'ésser tractats com veritables escombraries i escòria social.


LUÍSA MIGUET “La escuela de hoy ha matado al maestro” a escuela hoy fracasa, porque fal-ta el maestro. –Creo que no están de huelga... –Me refiero a la figura del maestro,quees elsujetode laedu-cación. El maestro convierte el conocimien-to en vida: en experiencia directa. Si el maes-tro no transforma los contenidos en viven-cias que el alumno ve reflejadas en las suyas, educar se convierte en algo... –Es mera repetición de fríos contenidos acumulados por discutibles criterios progra-máticos. Y eso es lo que ha hecho hoy nues-tra educación: ha matado al maestro y está a punto de matar a los alumnos de puro aburri-miento y desmotivación. –Los enseñantes deberían cobrar más. –El maestro, que ni siquiera se llama ya maestro, se ha transformado en un técnico, un mecánico de la información. Y, en conse-cuencia, la sociedad lo trata como tal: le rega-tea el sueldo y la consideración social y lo margina del discurso público. –Quejarse, los profesores, se quejan. –Sí, pero, en general y salvo excepciones dignísimas, el maestro ha acabado asumien-do ese papel de autómata. Nuestra escuela, nuestra universidad ya no pretenden for-mar, sino simplemente informar y hasta en eso fracasa, porque educarse no es acumular conocimientos, sino discriminarlos: distin-guir entre lo importante y lo relativo. Sin esa distinción, los alumnos se pierden en un mag-ma caótico de datos. –Habrá países mejores que otros. –Hay paraísos como Finlandia. Pero es un problema europeo: Francia, Italia, Reino Unido o España sufren el mismo mal. –¿Por qué? –Porque, de los años 60 a esta parte, ha naufragado la concepción humanista del uni-verso que alumbró la civilización occidental en un desconcertante relativismo cultural. –¿Puede ser más concreto? –George Steiner, Harold Bloom o aquí Fer-nando Savater han denunciado antes que yo esadimisión del ser humano ante la tecnocra-cia, ante el caos y la nada reglamentada. –¿Más específico? –El conocimiento es el diálogo de un ser humano con quienes lo son y fueron en otros lugares y en otros momentos de nuestra histo-ria como especie. Sin ese diálogo, que con-vierte los datos en experiencia, los seres hu-manos de otras culturas y otras épocas son eso: pasado y lejanía. Sin ese diálogo ellos es-tán muertos y nosotros huérfanos, perdidos. –¿Y ahora no dialogamos? –Hoy acumulamos datos sobre el pasado y el mundo creyendo que eso es la cultura, cree-mos que la educación es asimilar un enciclo-pedismo banal e inerte. Si nuestra educación no hace sentir a un estudiante el amor que sintió Dante y revivirlo en su amor de hoy por alguien... entonces: ¿Qué sentido tiene Dante? ¡Dante sin vivirlo es un cadáver! –Para hablar con Dante y que te entienda un alumno hace falta carisma. –Debe intentarlo, porque si no, el ser hu-mano se disuelve en un magma de ideas sin jerarquía ni sujeto. ¡Nos faltan maestros! Ellos deben conectar lo que sienten sus alum-nos con lo que sintió y escribió Dante, lo que ingenió Cervantes y fascinó a Shakespeare. –Para eso hay que leer. –Sin maestro, los alumnos no leen. En lu-gar de dialogar con Dante, en lugar de hablar de su amor con otros seres humanos que lo escribieron y lo vivieron en otras épocas y otros países, acaban contrastando sus senti-mientos con los programas rosas de la peor televisión. Por eso, sin maestros, tendremos ciudadanos a la altura de esos programas ba-sura, condenados a una existencia banal sin profundidad ni sentido. Seres manipulables. –También hay intentos de regeneración–Las reacciones oficiales se limitan a ence-rrar al alumno cultura nacional, pese a que la educación es universal por defini-ción: las administraciones ofrecen al estu-diante una única identidad nacional, la que interesa a los políticos, para dar sentido a ese caos de datos sin sentido. –Por lo menos que conozcan su país. –Una vez ha dimitido de su labor de for-mar y ha fracasado al informar, nuestra edu-cación, impotente para dar y exigir al alum-no un sentido ético de su vida que le sirva en todas las situaciones, le imparte cursillitos de educación vial o sobre drogas: ¡Qué mejor educación para las drogas o de la que tener criterio formado de persona madu-ra y responsable! ¿Lo ve? Damos informa-ción sin dotarla de sentido. Los estudiantes necesitan auténticos maestros y no –Por lo menos, que sepan las señales. –Enséñeles a pensar y ellos aprenderán a ser ciudadanos. Esos cursillos de todo tipo de conocimientos como la obse-sión tecnológica, denotan que nuestra ense-ñanza ha enterrado primero al maestro y des-pués al ser humano. Sobre la tumba se ha im-puesto una tecnocracia neutral educativa. –Mal pagada. –Es la consecuencia de la renuncia a ser maestro de los enseñantes. El maestro hoy es un pequeño robot que comercializa a bajo precio lo que se supone que sabe. –Por eso es sustituible por el ordenador. –Esa es la última fantasía tecnocrática: ¡Ya no necesitaremos maestros en las aulas! ¡Pondremos ordenadores! –No dé usted ideas. –¡Qué gran fracaso! ¿Cómo puede un orde-nador encarnar y revivir los sentimientos y las decisiones de una vida? Me temo que an-damos muy perdidos, pero no desespero por-que basta un buen maestro, un puñado de ellos, para disipar el nihilismo y el caos y dar al futuro sentido y humanidad. Las palabras dicen más de lo que significan. Y es preocupante la vergonzosa sustitución de ‘maestro’ por eufemismos tecnocráticos como ‘enseñante’ o ‘profesional educativo’. Por eso reconforta oír a Borghesi reivindicar al maestro. Ser maestro es convertir el conocimiento en experiencia y la información en vida compartida con el alumno. Allá donde se produce este milagro que nos transforma en personas, allá hay una escuela. Si encima tiene muchos ordenadores por alumno, pues mejor, pero no es la informática sino los humanos quienes educamos y nos educamos. Borghesi proclama verdades muy viejas, pero resulta alarmante que hoy nos suenen tan nuevas. Y la educación es la puerta de todos los derechos humanos... Y de todas las responsabilidades KIMMANRESA MASSIMO BORGHESI FILÓSOFO Y PEDAGOGO Tengo 52 años: la edad te vuelve cínico si no la conviertes en madura e ilusionada aceptación de la vida. Nací en San Sepolcro, como Piero della Francesca. Soy cristiano y humanista. Casado, tres hijos. Soy de izquierdas en lo social y de centro en lo demás. El sujeto : el maestro debe volver a ser el sujeto de nuestra educación VIERNES, 16 DICIEMBRE 2005

CIU LA PALMA, L´equip

Avançem plegats, Tu ets poble!